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La capacidad para expresarse oralmente suele ser uno de los objetivos principales en el estudio de una segunda lengua, aunque hay quienes dan más importancia al desarrollo de las destrezas de lectura y la expresión escrita por sus necesidades personales y/o profesionales.
Lógicamente la expresión oral va estrechamente vinculada a la comprensión oral; una conversación requiere una interacción entre dos o más personas. Se podría dividir la expresión oral en dos grandes grupos o bloques de destrezas:
- Destrezas motoro-perceptivas
Implican saber qué formas gramaticales es necesario usar; saber utilizar los sonidos adecuados junto con un ritmo y entonación correctas; saber emplear la(s) palabra(s) apropiada(s) para una situación dada y colocarla(s) en el orden correcto, etc.
Las actividades que se pueden realizar para desarrollar esta destreza son la confección de diálogos, ejercicios mecánicos de repetición, ejercicios de sustitución, ejercicios de transformación, ejercicios orales con significado completo, etc.
- Destrezas interactivas
Se requiere este tipo de destrezas para que un intercambio comunicativo pueda desarrollarse de forma espontánea y natural. En una conversación real las personas que hablan a menudo no saben exactamente lo que la otra persona va a decir; para lograr una comunicación efectiva es preciso que el hablante piense y reaccione con rapidez, sabiendo qué decir, cómo decirlo, y si debería ampliar o no el tema de acuerdo con sus intenciones sin olvidarse de mantener las relaciones deseadas con los demás. El hablante tiene, por tanto, que planificar hasta donde pueda lo que va a decir; aunque hay poco tiempo para planificar, el medio hablado permite introducir alteraciones en el discurso. Es común cometer un error de pronunciación, léxico o gramática y corregirse de inmediato. También se pueden usar marcadores discursivos con el fin de darle tiempo al interlocutor para pensar lo que va a decir. Por todo ello, parece necesario que el alumno sea entrenado en la práctica de estas habilidades orales.
Las actividades que se pueden llevar a cabo en el aula para desarrollar estas destrezas interactivas junto con las motoro-perceptivas son la dramatización, la simulación, las actividades de resolución de problemas y distintos tipos de juegos. Todas estas son tareas estructuradas o basadas en un tema que tienen un objetivo claro; por eso son especialmente efectivas para niveles elementales e intermedios. Aunque se pueden usar también con estudiantes avanzados, a veces estos necesitan una selección más amplia de actividades, como las siguientes: hablar durante periodos largos, contar cuentos, anécdotas, chistes, etc.; describir en detalle una persona o lugar; debatir a favor o en contra de una propuesta, y discutir sobre diversas situaciones, sentimientos o relaciones.
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