En un sentido más restringido y referido al sistema educativo español, se habla de contenidos conceptuales que vienen especificados en el currículo y que son de dos tipos: hechos y conceptos. El aprendizaje de ambos implica reconocerlos, entender lo que significan y ser capaz de relacionarlos para comprender otros nuevos.
Los hechos son datos o informaciones aisladas acerca de algo (por ejemplo, una fecha, o la palabra que equivale en español a otra en una lengua extranjera). El profesor puede transmitirlos verbalmente o dejar que el alumno los adquiera mediante la lectura de documentos. Su aprendizaje es memorístico, es decir, repetitivo, por lo que se olvidan fácilmente si no se repasan, y el modo de evaluar su adquisición puede ser, por ejemplo, preguntando el dato directamente, o pidiendo que se reconozca entre otros.
Los conceptos son datos de carácter más complejo, ya que sirven para simplificar la realidad agrupando varios objetos bajo uno solo (por ejemplo, el concepto de Sujeto, Complemento directo o morfema). A diferencia de los hechos, los conceptos requieren un aprendizaje significativo, es decir, que han de aprenderse contextualizándolos y poniéndolos en relación con lo que ya se sabe, por lo que tardan más en olvidarse. Para enseñarlos se puede recurrir a la exposición o al descubrimiento. El primer método consiste en explicar el concepto de forma lógica y coherente, aportando en primer lugar unos elementos organizadores, para que el alumno pueda ordenar la información que se le va a suministrar (un guión), y a continuación desarrollar la explicación, procurando relacionar los nuevos conceptos entre sí y con conceptos previos. Conviene además recurrir a aplicaciones de los conceptos objeto de explicación a situaciones particulares, con el fin de hacerlos inteligibles y funcionales, es decir, que la explicación “teórica” debe acompañarse de ejemplos que faciliten su comprensión.
El segundo método es de carácter hipotético-deductivo: se parte de la observación de una situación o de un conjunto de hechos o datos, y a partir de la misma se reconocen regularidades, similitudes o diferencias. A continuación se formula un concepto que las explique (hipótesis), que se verifica con más datos para finalmente extraer la conclusión pertinente.
Algunos hechos y conceptos a adquirir dentro del área de lenguas extranjeras serían, por ejemplo, vocabulario relativo a temas cotidianos (relaciones familiares, trabajo, ocio, alimentación, etc.), información referente a la estructura sintáctica de una oración (sujeto, predicado, complementos, etc.), o información sobre los tipos y características generales de los fonemas en la L2.