Bloom, B. (ed.) 1979. A Taxonomy of Educational Objectives. Handbook 1, Cognitive Domain. New York: McKay. 2nd edition.
En los años 50, Benjamin S. Bloom y un amplio elenco de colaboradores de universidades americanas elaboraron una clasificación funcional de los objetivos a los que la educación puede referirse, tanto en el ámbito del conocimiento, como de la afectividad o de la psicomotricidad. Dicha clasificación tiene dos utilidades principales: por un lado, contribuir a una mejor comprensión de la complejidad de elementos presentes en cualquier acto educativo y, por otro, facilitar en la práctica la formulación, orientación y organización de los objetivos que los profesores deben definir previamente a sus clases.
La taxonomía propuesta somete los objetivos a un orden que consta, dentro del ámbito del conocimiento, de seis tipos fundamentales:
- conocimiento,
- comprensión,
- aplicación,
- análisis,
- síntesis, y
- evaluación.
Cada uno de ellos lleva asociadas una serie de aptitudes y capacidades intelectuales que son formuladas desde el punto de vista normativo, es decir, desde el que indica que “deben ser adquiridos” por el alumno. Así, recordar, memorizar o saber definir son habilidades para el conocimiento; transferir lo aprendido a otros ámbitos, identificar metáforas y expresiones simbólicas, interpretar mensajes, extrapolar informaciones más allá de los datos concretos, y descubrir tendencias ante fenómenos constantes son capacidades que pertenecen a la comprensión; diferenciar hechos de hipótesis, interrelacionar ideas, y descubrir relaciones recíprocas entre diversos elementos se asocian al análisis; exponer de modo estructurado las ideas, elaborar hipótesis o modificarlas de acuerdo con los datos, generalizar y representar simbólicamente lo que se afirma pertenecen a la síntesis; y, por último, enjuiciar la precisión de un examen, descubrir errores lógicos en una exposición, y comparar teorías y hechos diferenciados son habilidades asociadas a la evaluación.