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Las colocaciones son combinaciones de palabras frecuentes, recurrentes y semifijas, por ejemplo, las que forman revocar y ley o amarga y derrota. Este carácter recurrente y restrictivo de la relación es lo que las distingue de otras combinaciones léxicas "libres": a diferencia de revocar y ley, revisar y ley no constituyen una colocación. Igualmente, a diferencia de otras combinaciones fraseolóxicas como son las locuciones idiomáticas (idioms, en inglés), como ser (una persona) de ley, los componentes de una colocación mantienen su valor intrínseco primario, mostrando una cierta “transparencia semántica”. En la lingüística anglosajona, donde tiene su origen, el término se remonta a los trabajos de J. R. Firth, en los años 50 del siglo pasado. El estudio de las colocaciones ha recibido un fuerte impulso propiciado por el desarrollo de la Lingüística de corpus, cuyos trabajos en este ámbito han repercutido notablemente, entre otros, en la mejora de los diccionarios destinados a aprendientes de lenguas, que contienen abundante información sobre las posibilidades combinatorias de las palabras. Una colocación está formada por dos colocativos, una base (ley) y un colocado (revocar, promulgar), donde la primera determina la naturaleza del segundo, de ahí el carácter idiomático de la combinación. Las colocaciones pueden ser de dos tipos, gramaticales y léxicas. Las gramaticales están formadas por una palabra léxica, fundamentalmente un verbo, un sustantivo o un adjetivo y la preposición o tipo de cláusula que le sigue; por ejemplo, hablar “rige” y, por tanto, tiene como posibles colocativos las preposiciones de (algo) o con (alguien). Las colocaciones léxicas, por su parte, están formadas por dos palabras léxicas: verbo + sustantivo (conseguir un objetivo), sustantivo + adjetivo (inmenso placer), sustantivo + sustantivo (banco de peces), adverbio + adjetivo (profundamente dormido) o verbo + adverbio (hablar seriamente).
Las colocaciones son centrales en el aprendizaje de una lengua extranjera y el grado de dominio de las mismas que demuestra el aprendiente constituye un buen indicio de su conocimiento de la lengua extranjera. El principal escollo que plantean al aprendizaje deriva de la arbitrariedad de este tipo de combinaciones léxicas y, por tanto, de su impredicibilidad: por ejemplo, en español decimos prestar atención, pero no *dar atención, a pesar de que dicha combinación podría ser perfectamente posible. Otro problema importante derivado de esta arbitrariedad es que las colocaciones varían de una lengua a otra (es. prestar atención, ingl. pay attention, fr. faire attention o es. aprobar un examen, ingl. pass an exam, fr. réussir un examen), lo que da lugar a calcos incorrectos. Por tanto, frente a colocaciones no problemáticas para el aprendiz, por coincidir en las dos lenguas (es. correr un riesgo, ingl. run a risk), otras suelen dar lugar a errores habituales (es. cometer un error, ingl. *commit a mistake). Las colocaciones no se adquieren automáticamente con el aprendizaje del vocabulario y deben ser objeto de un tratamiento específico en la enseñanza. En cuanto a los contenidos del aprendizaje y su secuenciación, debe tenerse en cuenta que 1) las colocaciones que deben estudiarse en un curso de nivel básico no pueden ser las mismas que las de un curso avanzado y 2), dado que los problemas de los aprendientes a menudo son motivados por la interferencia de su propia lengua materna, es lógico dar prioridad en el aprendizaje a aquellas colocaciones que más difieren entre los dos idiomas. Desde el punto de vista metodológico, los especialistas hablan de tres fases en la enseñanza-aprendizaje de las colocaciones: 1) concienciación de su existencia e importancia, 2) memorización y 3) repaso o uso activo. El abordaje adecuado de la enseñanza precisa trabajar todas ellas en el aula a través de actividades específicas.
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